Descripción
Sometidas como sus parejas a los designios de los dioses, las mujeres de los héroes saben del peligro que encierran las guerras o de la tentación que suponen las sirenas que los alejan de su regazo. Ellas son las heroidas, las mujeres de los héroes de la mitología que, en esta peculiar correspondencia, hartas de las constantes ausencias y traiciones, escriben a sus esposos o amantes y los exigen que regresen a casa.
Escrita por Ovidio poco antes de su destierro esta obra constituye una rareza absolutamente sorprendente que explora la complejidad de las relaciones humanas.
«Las cartas que componen este precioso volumen fueron escritas en diferentes momentos de un tiempo que ahora nos parece muy remoto. A Publio Ovidio Nasón también debió parecérselo. O no tanto.
«Eran, las damas en cuyas entrañas se metió Ovidio para escribir conmovedoras cartas -apasionadas, lascivas, astutas, desesperadas, tiernas, y, las mejores, mixtas-, mujeres a merced de costumbres que a aquel refinado romano sin duda le resultaban bárbaras, y que nosotros -sobre todo, nosotras- contemplamos como símbolo de lo atrasado. Princesas o esclavas que rasgaban sus vestiduras y se arrancaban los cabellos cuando el amante las abandonaba, que eran propiedad de sus padres y sus hermanos, y luego de sus esposos y amantes. Exiliadas por los hombres del mundo del poder y recluidas, por lo tanto, en el vertiginoso planeta de los sentimientos desbocados, de las emociones más calientes, del desgarro. […]
Este hombre, Ovidio, comprendía a las mujeres. De las cuatro cartas en las que escribe como hombre, como héroe, que también se incluyen, deducirán ustedes que también sabía de hombre un rato largo.» -Del prólogo de Maruja Torres
Publio Ovidio Nasón (43 a.C. – 17 d.C.), poeta romano, procedía de una familia acomodada, por lo que pudo estudiar retórica para dedicarse al Derecho junto con su hermano. A la prematura muerte de éste, decidió consagrarse al estudio de su verdadera vocación: la poesía. Sus maestros fueron Arelio Fusco y Porcio Latrón. Tras sus viajes por Atenas, Asia y Sicilia, regresó a Roma donde se relacionó con el emperador Augusto y desempeñó diferentes cargos públicos. La mayor parte de su obra se centra en el Ars Amatoria, el arte del amor y del cortejo, por lo que se le considera una de las mayores influencias en el amor cortés. Tras un enfrentamiento con el emperador en el año 8 a.C., fue desterrado a Tomis, donde murió solo.
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